La
dama ha trazado su hermoso rostro y un modelo de perfección
en el alma de Garcilaso. El poeta, predestinado a amarla, se ocupa
siempre en leer ese modelo para escribir a solas el poema y para
alcanzar la virtud. Su alma está acostumbrada a ello, pues
todos sus bienes espirituales los debe a la amada.
Soneto V
Escrito
está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribisteis; yo lo leo,
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.