El texto de La zapatera prodigiosa es definido por su autor como farsa violenta en dos actos.
La zapatera prodigiosa se estrenó el 24 de diciembre de 1930, el mismo Lorca aparecía al principio en el personaje del Autor y Margarita Xirgu representó la Zapatera. En la obra el poeta granadino incorpora canciones populares de los siglos XVIII y XIX, recopiladas y musicadas por él mismo, como Anda Jaleo. Para el estreno de la obra en Buenos Aires, Lorca añadió un final de fiesta con otros romances recogidos y musicados por él, como Los peregrinitos o la Canción de los cuatro muleros.
“Yo hubiera calificado a La zapatera prodigiosa -declaraba en 1933 Federico García Lorca- como "patacomedia", si la palabra no me sonara a farmacia... Y es que, como ustedes han podido ver, la obra es casi un ballet, es una pantomima y una comedia al mismo tiempo”. Y añadía sobre su heroína dramática: “La zapaterita representa a todas las mujeres del mundo y también el alma humana. Por eso, la farsa, en el fondo, es un gran drama”.
Otro elemento que llama la atención es la utilización del adjetivo “prodigiosa” para referirse al personaje de la Zapatera. Prodigioso remite a lo maravilloso, a lo que encierra un misterio o a lo excelente y exquisito. Eso nos predispone a ver en el personaje femenino un tratamiento positivo, a pesar de que a lo largo del texto pueda parecer que la Zapatera se caracteriza por un carácter intratable, Lorca quiere rescatar la “maravilla” de una mujer que decide por sí misma y que no se deja gobernar por habladurías o costumbres poco sanas.
Finalmente, Lorca define su farsa como “violenta”. El adjetivo violento tiene entre sus acepciones el valor de aquello que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarios o, también, aquello que está fuera de su natural estado, situación o modo. Si tenemos que cuenta que La zapatera prodigiosa es una de las farsas de Lorca que mejor se ajusta al esquema tradicional del género, deberemos entender que “violenta” se refiere a la fuerza, al ímpetu con el que el poeta imaginaba que debía ser interpretada la pieza teatral.
Antes de pasar a la lectura debes saber que en el segundo acto aparece una escena en la que el Zapatero cuenta una historia a través de un cartelón con pequeños cuadros pintados. Es un retablo. Los retablos narraban de forma visual historias que eran narradas por titiriteros que iban de pueblo en pueblo. Salvando las distancias, serían similares a los cómics actuales. Lorca, en la acotación, lo llama “historia de ciego”. Utiliza este nombre porque muchas de esas historias, durante el siglo XVII, se vendían por la calle, en unos tenderetes atendidos por ciegos, en los que tenían los pliegos de cordel o sueltos y los retablos colgados. También se conoce esta literatura como “Literatura de cordel”.
Representación de la obra en títeres