Literatura


 
La casa de Bernarda Alba
 
   
 
 

Federico García LorcaArgumento: En esta obra Federico García Lorca nos presenta un drama rural de incios del siglo XX.
Al morir su marido, Bernarda Alba se queda al cuidado de sus cinco hijas, a las que somete a una férrea disciplina. La llegada de Pepe el Romano para casarse con Angustias, la mayor de las hermanas, mientras mantiene una relación con la más joven, Adela, ante los ojos escandalizados de Martirio, enamorada en silencio de él, provocará la envidia de las hermanas y conducirá al fatídico final.


Rutina en la casa de Bernarda Alba(Acto III: Martirio descubre a Adela que regresa del pajar después de haber estado con Pepe el Romano.)

Adela: Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!

Martirio: (Dramática) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!

Adela: (En un arranque, y abrazándola) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.

Martirio: ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque quisiera verte como hermana no te miro ya más que como mujer. (La rechaza)

Adela: Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.

Adela y Martirio discutiendoMartirio: ¡No será!

Adela: Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.

Martirio: ¡Calla!

Adela: Sí, sí. (En voz baja) Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.

Martirio: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.

Adela: No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.

Martirio: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.

Adela: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.

(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le pone delante)


Bernarda Alba y sus hijas rezando el rosario de luto riguroso

Imágenes cedidas por el grupo Trocateatre de Sant Celoni
Fotografías de Carles Reberté i Jordi Calvet

 
 
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El final fatídico Teatro