El texto teatral se diferencia del narrativo en que los personajes con sus diálogos nos van contando la historia. No vemos un narrador que nos guíe. Sin embargo, el narrador está en el texto teatral de la misma manera que está en el texto narrativo. El narrador de un cuento o una novela nos describe los lugares en los que sucede la acción, nos explica cómo piensan los personajes, qué sienten, cómo hablan. En un texto teatral también encontramos un narrador que nos cuenta dónde sucede la acción, qué sienten los personajes o cómo hablan. El narrador de un texto teatral está escondido detrás de las acotaciones escénicas. Las acotaciones son aquellos textos de una obra que no han de ser pronunciados por los actores y que nos indican, por ejemplo, los nombres de los personajes (dramatis personae), las indicaciones de entradas y salidas, las descripciones de los lugares, las indicaciones para la interpretación, el nombre del personaje que habla en cada momento, etc. Estas notas casi siempre están escritas entre paréntesis. En el teatro griego estas indicaciones las hacía el autor cuando montaba las obras con actores (por eso no están escritas en los textos clásicos), y recibían el nombre de didascalias.
Así pues, en un texto teatral distinguiremos dos tipos de texto: el texto primario, aquel que pronuncian los personajes, y el texto secundario, el texto incluido por el narrador y que nos ayuda a comprender la situación y a conocer todos aquellos datos imprescindibles para la narración.