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Estos
versos de Pedro Salinas expresan una intensa alegría: ama
y tiene la certeza de ser amado. No le importa que los espejos
lo muestren aquí y ahora, silencioso y separado de su amada.
El poeta se siente vivir en ella, allí, lejos, donde la
amada, viviendo por él, habla o goza de la luz y de las
flores.
La voz a ti debida
Qué
alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías,
azogues, almas cortas, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz. [...]
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